08 marzo 2010

espacios

Espacios

Toda mi vida se describe como búsqueda de un espacio propio - no en el sentido de una persona contra un poder político opresivo como en el caso de Woolf. Ni como el sentido de una mujer que busca alivio de su rol como madre (pienso en la obra de Chopin) - gracias a Dios y a los contraceptivos que no tengo hijos. El espacio que busco es un lugar propio que, creo, toda la gente necesita.

Pensé que lo tenía como niña, pero al trasladarme de un estado a otro - sin mi voluntad - lo perdí todo. En Missouri nunca encontré lo que podía llamar mío. Varias veces me sentaba en la biblioteca al lado de los textos medievales españoles donde nadie se sentaba, pero ni tampoco me pertenecía al lugar. Ahora que he vuelto a mi ciudad natal encuentro una realidad totalmente diferente - la ciudad ha cambiado y yo también cambié.

Hoy, después de clase, fui al baño público de nuestro departamento y cuando entré había una colega hablando por teléfono. La llamo colega porque trabaja como estudiante en el departamento, pero no la conozco. Vi la cara de ella, triste, buscando un lugar privado para aquella conversación y desgraciadamente por las necesidades naturales, no la dejé en paz.

Me acuerdo de un momento en que busqué el espacio en baños diferentes, incluso el de mi casa. Pero no existe un espacio en que el timbre de un celular, de una llamada de un ex u otro familiar, de la voz de mi esposo o el llanto del gato no me alcancen.

Tal vez por eso escribo, porque todo espacio propio lo tengo que inventar. Curiosamente es la estructura de la escritura que me da libertad - el espacio en el que pueden existir toda la historia, todo el presente, y el futuro a la vez, porque soy todo presente y pasado simultáneamente.